De repente su padre se desmayó, se acercó al suelo y se dio
cuenta que no respiraba ni tenía latido. Por unos segundos, su memoria se trasladó
a cuando tenía 12 años, en el colegio, un profesor llamado Don Manuel le había
enseñado qué hacer en esos momentos, le dijo que podía salvar una vida, le dijo
que podía ayudar a seres queridos, le dijo que actuase, que practicase.
De repente, ya no tenía 12 años, tenía 30. De repente el
maniquí era su padre .Podía y debía salvarle la vida.
Pidió ayuda rápidamente a su hermano que comunicó telefónicamente
al 112 el lugar donde su padre estaba en parada cardiorespiratoria. Después bajó
corriendo a la biblioteca de debajo de su casa donde sabía había un
desfibrilador. Su hermano también estuvo en la clase de resucitación
cardiopulmonar de su colegio y sabía los pasos a seguir.
Mientras tanto ella se puso de rodillas, colocó una mano
sobre otra mezclando sus dedos y apretó fuerte sobre el esternón comenzando el
masaje cardíaco. Tenía claro lo que tenía que hacer, no tenía miedo. Los números 30:2 le vinieron a
la cabeza, 30 compresiones y 2 ventilaciones. El corazón de su padre no se
podía quedar sin riego sanguíneo. Ella se encargaría de hacer de corazón.
Su hermano subió corriendo las escaleras y colocaron el
desfibrilador. Ahora sólo tenía que escuchar y seguir sus órdenes. Les dijo que estaba analizando el ritmo.
Después que se apartasen y apretasen el botón rojo. Ella sabía que ese aparato
que tantas veces había visto colgado en la biblioteca había detectado un ritmo
desfibrilable e iba a dar una descarga a su padre. Apretó el botón con
seguridad y una descarga eléctrica inundo el tórax de su padre.
De repente su padre abrió los ojos a la vez que unos
profesionales del SUMMA entraban por la puerta. Bien hecho le dijeron. Abrazó a
su padre y lloró lágrimas de miedo, nervios y felicidad. Se abrazó a su
hermano. Miro el reloj, habían pasado 22 minutos, parecía mucho más. Había
salvado la vida su padre.
Al día siguiente acudió a su antiguo colegio a contárselo a
Don Manuel y agradecerle la enseñanza recibida.
Esto es una historia que puede hacerse realidad. Desafortunadamente
sólo un 20% de los testigos hace una resucitación cardiopulmonar precoz en caso
de parada cardiorespiratoria. Desafortunadamente en pocos colegios se enseñan
estas actuaciones.
La Organización Mundial de la Salud recomienda como algo
imprescindible comenzar a enseñar la RCP a partir de los 12 años. En España
cada vez más colegios ofrecen cursos de rcp y de primeros auxilios a profesores
y alumnos, siendo impartidos la mayoría de ellos de forma libre y no reglada
por personal sanitario, sin pautas comunes y con coste variable. Existen
movimientos y plataformas como la de “Educación cívica y Emergencias”9, o las iniciativas
de formación en Madrid capital como la del SAMUR, con sus programas “Alertante”
y “Primer Respondiente”10 pero aún no hay una iniciativa comunitaria ni
nacional ni legislación eficaz al respecto.
2- Dos horas de entrenamiento en RCP al año en el colegio podría ser suficiente.
3- El entrenamiento debe ser práctico con soporte teórico, que podría ser incluso virtual.
4- El entrenamiento anual de los niños debería comenzar a los 12 años o antes.
5- Los alumnos entrenados deberían ser animados a enseñar a otras personas. Debería mandarse de tarea tras el curso que enseñaran a 10 personas en dos semanas y luego informarán de lo que hayan conseguido.
6- Un gran número de personas, incluyendo anestesistas, cardiólogos, médicos de emergencias, enfermeras, paramédicos, estudiantes y otros entrenaron a profesores y voluntarios, y están capacitados para entrenar en RCP a niños, a profesores, en hospitales y en cualquier lugar.
7- Los responsables de los ministerios de educación y otros políticos deben implementar programas nacionales para enseñar RCP.
8- Cada Consejo nacional de RCP o similar debe apoyar y soportar la implementación de iniciativas nacionales y campañas del tipo “Kids save lives”.
9- Con esta iniciativa los niños además aprenden relevante responsabilidad social y habilidades sociales.
10- Los programas nacionales que enseñan RCP en los colegios pueden salvar más vidas, mejorar la productividad de una sociedad y reducir los costes sanitarios.
Todo esto explica que un grupo de personas de diferente
ámbitos lideradas por Alberto Blanco Lara hayamos decidido ponernos manos a la
obra con el tema. Queremos que en la Comunidad de Madrid se enseñe RCP a los profesores
de los colegios para luego enseñar a sus alumnos. Que exista una formación
práctica obligatoria sobre RCP para así evitar retrasos en actuaciones que han
demostrado salvan vidas. Queremos que la sociedad aprenda a actuar ante una
parada cardiorespiratoria y nada mejor que educar desde los colegios. Somos un
grupo de personas que consideramos imprescindible esta formación.
Puede ser tu madre, tu amigo, tu novia, tu abuelo, puedes
ser tú. ¡TODOS PODEMOS SACAR EL HÉROE QUE LLEVAMOS DENTRO!
Aprendí primeros auxilios a la edad de 15 años, mientras todos los adolescentes disfrutaban del verano, yo disfrutaba aprendiendo a ser útil. Nunca imaginé que esto me daría seguridad y me encauzaria a lo que más me gusta, y es ayudar a las personas en los momentos que más débiles son. Todos han de tener nociones básicas.
ResponderEliminarTienes mucha razón, nosotros pensamos que toda la población debería saber rcp y primeros auxilios como parte de su educación como ciudadano. Así salvaremos más vidas entre todos.
ResponderEliminar